EL PROPÓSITO DETRÁS DE LOS PROBLEMAS

 


“Pues los sufrimientos ligeros y pasajeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.” 2 Corintios 4:17 (NVI)

Dios tiene un propósito detrás de cada problema.

Jesús nos advirtió que tendríamos problemas en el mundo (Juan 16:33). Nadie es inmunes al dolor, nadie puede evitar el sufrimiento y nadie puede  deslizarnos a través de la vida sin problemas. La vida es una serie de conflictos. Cada vez que logramos solucionar uno, hay otro esperando para ocupar su lugar. No todos son grandes, pero todos son significativos en el proceso de crecimiento de Dios para nosotros.

El Señor usa los problemas para acercarnos al Él. La Biblia dice: “El Señor está cerca de los que tienen el corazón quebrantado; libra a los que tienen el espíritu abatido” (Salmo 34:18 NVI). Nuestras experiencias de adoración más profundas casi siempre provienen de nuestros días más obscuros. Durante los días de prueba aprendemos cosas acerca de Dios que no aprenderíamos de otra manera. Los problemas nos obligan a mirarlo y a depender de Él más que de nosotros mismos.

CÓMO ENTENDER ROMANOS 8:28-29 (RVR1960)

Para entender cabalmente lo que dice debemos considerar frase por frase:

“...sabemos...”: Nuestra esperanza en los tiempos difíciles no se basa en el pensamiento positivo, la expresión de buenos deseos o en un optimismo natural. Es una certeza basada en las verdades siguientes: que Dios tiene el control completo de nuestro universo y que nos ama.

“...que a los que aman a Dios...” Hay un gran DISEÑADOR detrás de todo. Nuestra vida no es el resultado del destino o la suerte. Hay un PLAN MAESTRO. La historia es Su historia, el Señor ejerce Su influencia. Nosotros cometemos errores, pero Él nunca se equivoca. No se equivoca porque Él es Dios.

“...todas las cosas...” Su plan para nuestra vida involucra todo lo que nos pasa. Él puede producir algo de lo que consideramos nuestro peor mal. Jesús ya lo hizo en el calvario.

“...les ayudan...” Los acontecimientos de nuestra vida obran juntos en el plan de Dios. No son actos aislados, sino partes interdependientes del proceso para hacernos como Cristo.

“...a bien...” Esto no dice que todo en la vida será bueno. Mucho de lo que pasa en nuestro mundo es vil y malo, pero Dios se especializa en producir algo bueno de todo lo que nos pasa. Su propósito está por encima de nuestros problemas, de nuestro dolor o incluso de nuestro pecado.

“...esto es, a los que conforme a su propósito son llamados...” Esta promesa es sólo para los hijos de Dios. No es para todos. Todas las cosas obran para el mal de los que viven oponiéndose a Él e insisten en hacer lo que quieren. ¿Cuál es ese propósito? Que seamos “a imagen de Su Hijo”. Todo lo que Dios permite que pase en nuestra vida, ¡lo permite para cumplir con ese propósito!

CÓMO FORJAR UN CARÁCTER SEMEJANTE AL DE CRISTO

Somos como joyas talladas con el martillo y el cincel de la adversidad. Si el martillo de un joyero no tiene la fuerza suficiente para limar nuestras asperezas, Dios usará un mazo. Si somos tercos, utilizará algo más. Empleará cualquier cosa que tenga qué usar.

Lo que pasa fuera de nuestra vida no es tan importante como lo que sucede dentro. Las circunstancias son temporales, pero nuestro carácter durará para siempre.

A menudo la Biblia compara las pruebas con el fuego de una refinería de metales que funde las sustancias para quitar las impurezas. Pedro dijo: “Estos problemas vienen a demostrar que su fe es pura. Esta fe vale mucho más que El Oro" 1Pedro 1:7.

Ya que la intención de Dios es hacernos como Jesús, nos llevará a través de las mismas experiencias que atravesó Su Hijo, incluidas la soledad, la tentación, el estrés, la crítica, el rechazo y muchos otros problemas. La Biblia afirma que Cristo “...aprendió la obediencia por lo que padeció.” y “fue perfeccionado por el sufrimiento.” (Hebreos 5:8-9). ¿Por qué habría de eximirnos Dios de lo que Él mismo le permitió experimentar a Su propio Hijo?. Pablo dijo: “Nosotros pasamos exactamente por lo mismo que atraviesa Cristo. Si pasamos por tiempos difíciles con él, entonces seguramente pasaremos por los tiempos buenos con él.” (Romanos 8:17)

CÓMO ENFRENTAR LOS PROBLEMAS CON CRISTO

Los problemas no producen automáticamente los resultados que Dios quiere. Muchas personas se vuelven amargadas, en vez de mejorar y crecer.  Nosotros debemos responder de la manera en que Jesús lo hubiera hecho.

Recordemos que el plan de Dios es bueno. Él sabe lo que es mejor para nosotros y en Su corazón tiene presente cuáles son nuestros mejores intereses. Le dijo a Jeremías: ”...los planes que tengo para ti, son planes para prepararte y no para dañarte, planes para darte esperanza y un futuro.” (Jeremías 29:11). Es vital que nos concentremos en Su plan, no en el problema. El secreto de la paciencia es recordar que nuestro dolor es temporal, mientras que nuestra recompensa es eterna.

Regocijémonos y demos gracias. La Biblia nos dice: “...den gracias a Dios en toda situación, porque esta es la voluntad para ustedes en Cristo Jesús.” ¿Cómo es posible esto? Consideremos que Él nos dice que demos gracias “en todas las circunstancias”, no “por todas las circunstancias”. No espera que estemos agradecidos por el mal, el pecado, el sufrimiento o por circunstancias dolorosas en el mundo. Sólo desea que seamos agradecidos porque Él usa nuestros problemas para cumplir Sus propósitos.

También podemos alegrarnos al saber que está con nosotros en medio del dolor. No servimos a un Dios distante y aislado que nos dispara frases alentadoras desde un lugar seguro. Todo lo contrario, Él entra en nuestro sufrimiento, nunca nos deja solos.

Debemos negarnos a darnos por vencidos.

Seamos pacientes y persistentes. La Biblia dice: “Dejen que el proceso continúe hasta que su paciencia se desarrolle totalmente, y encontrarán que se han vuelto como un hombre de carácter maduro... sin debilidades.” (Santiago 1:3-4)

La formación del carácter es un proceso lento. Siempre que tratemos de evitarlo o eludir las dificultades de la vida, hacemos cortocircuito en el proceso, retardamos nuestro crecimiento y realmente terminamos sufriendo una clase de dolor que es peor: el tipo de dolor sin sentido que no trae crecimiento a nuestra vida.

Sabremos que estamos en un proceso de maduración cuando comencemos a ver la mano de Dios en las circunstancias más variadas, confusas y aparentemente vanas de la vida.

Si estamos enfrentando un problema ahora mismo, no preguntemos: ¿Por qué a mí? Cambiemos la pregunta por un: ¿Qué quieres que se produzca en mí? ¿Qué debo aprender? Después sólo nos toca seguir confiando en Dios y haciendo lo que es correcto. Es tiempo de enfrentar los problemas y utilizarlos como trampolín para madurar.

Saludos y bendiciones.


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